Hoy 27 de abril del 2020 en plena cuarentena, cerré una etapa linda de mi vida que me permitió madurar como persona.
Hace casi 5 años atrás, la vida me jugó una broma de esas que te dejan en el piso y tuve que empezar a vivir SOLA, algo que a mis 33 años jamás lo había hecho pues fue la típica chica que salió de su casa casada.
Luego de dar por terminado aquel amor que nos juramos un 27 de junio, un 27 de septiembre empecé a reescribir una historia en la que muchas noches me tocaba llorar y otras reir. Ese 27 supe lo que era vivir sola, con mis únicas compañeras que eran, en aquella época, las salamanquesas a las que les decía que eran mis mascotas. Mi primer departamento fue extremadamente pequeño pero lo fui llenando con cosas que yo misma me las compraba, cada una de ellas ahora me recuerdan que siempre se puede empezar desde cero.
Dos años después por chires, tuve que mudarme, pero en esta ocasión fue a un departamento un poco más grande, sencillo pero era mi espacio. Un 27 de nuevo empezaba otra historia.
Momentos amenos, lágrimas, la llegada de mi compañerito perruno, fueron hechos que le dieron un toque diferente a ese lugar.
Por la pandemia y la situación económica por la que estamos pasando todos, tuve que regresar a vivir con mis padres, algo que a mis 37.5 años, es difícil pero que en el fondo de agrada ya que por casi 11 años no los pude disfrutar como ahora, aunque peleamos a diario pero es algo que en esta cuarentena he aprendido a valorar más, pues tengo aún la dicha de tenerlos con vida.
Hoy 27 de abril, cierro mi etapa de mujer hiper independiente (solo por vivir sola), el dejar el departamento en los que pasé 6 divinos meses del 2019, fue duro, pero me llevo la dicha de que estoy preparada para desprenderme de personas, cosas y situaciones.
Ahora toca empezar a reescribir una vez más otro capitulo de mi vida loca, en la que habrán personajes pasajeros, nuevos, y otros que se mantienen en cada temporada, esos que son infalibles en esta serie llamada vida.