Para mi hoy 16 de marzo, se cumple un año de que esta terrible peste cambió la vida de todo el mundo. Un año en que la bendita mascarilla se hizo parte primordial en el día a día, un año que la mascarilla es nuestro escudo.
Hay de todos los colores, formas, diseños, texturas (yo tengo varias porque me gusta combinarlas con mi ropa, no solo los famosos lo hacen). Unas protegen más, otras menos pero al final todas cumplen su función, evitar en lo posible el contagio por Covid 19, que según datos de la OMS (ojo no les creo por alcahuetear a China) ya han fallecido a nivel mundial más de 2.5 millones de personas.
La OMS (ya dije que me caen mal pero es la única fuente "oficial") indica también que la mascarilla debe ser parte normal en la interacción con otras personas como parte de una estrategia para suprimir la transmisión, y aunque tienen toda la boca llena de razón, sigue siendo una herramienta difícil de usar. Aquellos que usamos lentes, debemos hacer maromas para que no se nos empañen. Los niños y adultos mayores no la llevan de manera adecuada, y esto por más de que los adultos a cargo tomen las medidas correctas.
La mascarilla es un mal necesario que debemos soportar por mucho tiempo. Hace años las únicas personas que usaban mascarillas cuando salían a sitios con aglomeración, eran quienes padecían de SIDA, VIH o CÁNCER, esto porque debía protegerse de que los otros los contagien, la mascarilla no solo era su escudo, sino también en algunos casos no era muy bien vista su uso... Pero llegó un virus tan mortal para que quienes estigmatizaban a estas personas entendieran que TODOS en su momento la iban a usar.
Definitivamente el Covid llegó para cambiar todo, tal vez era necesario algo tan letal para que el mundo entero empiece a entender que la vida se vive día a día, que la empatía debe ser algo fijo en cada uno y aplicada siempre. Que no porque no te hayas contagiado o te dio leve, no quiere decir que no te cuides más.
Llegó para recordarnos que el cuerpo humano necesita mucha atención, buena alimentación (en lo que cabe la palabra puesto que a veces no hay recursos para ello), entender que sí es un templo.